lunes, 12 de noviembre de 2007

EL REFLEJO



© Ronald Castillo Florián

No podía creerlo, estaba justamente frente a mí, delante de mis ojos, casi casi en mis brazos… Siempre lo había soñado, siempre fue una obsesión, siempre fue un deseo universal encontrarlo, mirarlo, y suavemente tenerlo en mis brazos.

Fue un día de agosto, aproximadamente a las tres de la tarde, yo estaba con sed y cansado de tanto caminar dejando mi currículum en varias empresas donde puedan solicitar mis servicios. Lo recuerdo bien, yo estaba por la plaza San Martín, exhausto, perplejo, y conchamadreando a todo el mundo porque la sed y el cansancio me estaban desgraciando la vida.

De pronto, en una de esas apoteósicas ventadas de madre que daba a los transeúntes (mentalmente claro está) lo vi aparecerse -¿o fui yo quien me le aparecí?- pero lo cierto es que ahí estábamos los dos, frente a frente, pico a pico, nariz a nariz, pechito a pechito, lo miré, me miró, le moví las cejas, alcé las manos, estornudé, y él hizo lo mismo, quién diablos eres, me preguntaba en silencio, quién diablos eres, me volvía a decir, y al instante mi cerebro (que nunca para ocioso) me respondía que era aquello que yo buscaba desde hace muuuucho tiempo, pero; qué era aquello, volvía a preguntarme y mi cerebro una vez más (es que el truhán es tan acertado) volvía a responder que era aquello que necesitaba. Estuve un buen rato parado frente a él, un rato eterno, un rato ratísimo (en verdad un minuto pero que para mía era toda una vida), y ya cuando estuve cansado –un minuto vale horas- estaba a punto de hacerle frente, y en eso apareció otro tipo, éste era distinto, con barba, feo, mal vestido que me dijo de inmediato:

- ¿lo va a llevar o qué?

Lo miré asombrado diciendo: ¿me lo tengo que llevar?
- Claro que se lo tiene que llevar –respondió enojado- Pero antes me tiene que pagar.

Fue entonces que entendí, la cachetada de la realidad vino a mí, metí la mano al bolsillo y sólo tenía ochenta céntimos (precio del medio pasaje) y le dije:

- No necesito por el momento el espejo.

Mi me fui triste porque en verdad sí lo necesitaba, solo que no tenía dinero.
-FIN-

6 comentarios:

Anónimo dijo...

da miedo verse al espejo

Anónimo dijo...

me gustó

Anónimo dijo...

"El reflejo representa las actitudes que tenemos en los demas"
Es buena tu escrito, utilizas bien la imaginación y a la vez pones enfasis a la psicologia de la persona que muchas veces no sabemos conocer nuestro verdadero reflejo...
felicidades amigo...

Anónimo dijo...

Es previsora del destino, solo basta verse en donde queramos vernos si estamos bien o mal depende de nosotros mismos ya que como dice la lectura despartamos de una achetada o caidas que tenemos al dar pasos gigantescos.

Diego A. dijo...

Buen articulo

Anónimo dijo...

xuxa el reflejo da temor