lunes, 9 de noviembre de 2009

BALADA PARA UN FUGITIVO


©Ronald Castillo Florián
Sabes una cosa
aún anhelo esas mañanas
de café cargado / tostadas quemadas
donde tú antes de despedirte me hacías el amor en el balcón

dónde están esas mañanas de noticiero matutino
de sudor incesante de sed de tu boca
de éxtasis de las ocho
porque a esa hora
salías corriendo
y yo te retenía
para amarnos n-u-e-v-a-m-e-n-t-e

hoy
sentada a la ribera de mi tristeza
te he divisado desde lejos
te he visto correr desnudo por mi casa
el deseo me ha invadido
y he gritado a mi cerebro que no existes
que siempre fuiste un sueño
un bendito sueño
que todos los días
se hace poesía…


ii
¿qué voy hacer con tu vil recuerdo
panacea de mi tiempo virtud de mis pasos?

e res clavo oxidado en mis manos que
x
c
i
t
a siempre / forever/siempre
mi ojo descarrilado.

en verdad :
me gusta enredar mi vida con tu cuerpo
sentirte desnudo
lamer tus sudores
conjugar nuestros sexos
unir nuestro cóncavo y convexo
copular nuestras ideas
y que nos entierren juntos

hoy te quiero ayer no
y el deseo me invade:
vivir en constante orgía con tu pensamiento




iii
antes de huir de tu casa
me he bañado en tu cuerpo
te he invadido el cerebro
y he concebido un h i j o
en tu vientre
antes de salir de tu vida
quiero que me lastimes
me marques el cuerpo
me mates con tus manos
me e-y-a-c-u-l-e-s fuertemente

y en el silencio de nuestro adiós
mis cicatrices me dirán lo macho que eras
y no me arrepentiré nunca
de haberte violado-gozado-explotado-matado
porque tu lengua se tragó mi vida
haciéndome gritar de lujuria
y el no me olvides
que se marcó en tus manos blancas
te recordarán
que me amabas contra la pared…




iv
yo no tengo la culpa
que me hayas encontrado
abriendo caminos
con personas ajenas
simplemente fui presa y testigo de nada

recuerdas que me llevaste
a escondidas una tarde
al rincón de nuestra vida
y me endulzaste el paladar

acaso te has olvidado
que fui testigo
de tu carne sensible
de tu cuerpo esquelético
que me abrazó tiernamente
dañándome el cerebro


dónde haz dejado
esas noches interminables
días sin alimento bajando de peso comiendo deseos
matando los mitos tejiendo amor

no me digas que ya no me deseas
que soy harina vieja
que te gusta carne nueva
que ya soy experta

dime entonces qué hago
con tu maldito recuerdo
que bebo todos los días
que atraganta mi garganta
y me susurran antes de dormir

dime cómo se hace
para sacarte de mi vida de una vez por todas
mandarte al diablo sin que me duela en lo más mínimo
abrasarte sin que te des cuenta robándote un beso

d i m e
como le hago
para tostar el pan que dejaste
tirado en mi lecho
y que aún espera a quien devorar…

por favor
no te vayas sin matarme
sin lacrarme los labios
porque sin ti no tienen motivo
orar en el templo
tú lo eres todo
y nada al mismo tiempo
pero todo finalmente
l
a
m
u
e
r
t
e
es enemiga
desde que te fuiste de mi vida




v
siempre me tuviste
tendida a tu deseo
esperando tu suspiro
añorando tu amor
ahora que sabes
de mi delírio maternal
me unges de desprecio
me haces e s p e r a r



vi
nunca te olvides
de los tiempos vividos
pretéritos perfectos
sembrados en el alma
que reclaman recuerdos

sabes una cosa
aún anhelo esas mañanas
de café cargado / tostadas quemadas
donde tú antes de despedirte me hacías el amor en el balcón.
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lunes, 2 de noviembre de 2009

DESPERTAR

©Ronald Castillo Florián


Mi madre me dijo que si subía a esa habitación tendría tanto miedo que no volvería a dormir jamás pues quería protegerme de todos sus temores experimentados hasta ese momento de su vida.

Desde los tres hasta los doce años crecí imaginándome quiméricas ilusiones entorno al lugar censurado y no me desprendía de ese terrible miedo a lo prohibido. Miedo que no solo me causaba pánico sino una incertidumbre descomunal que me hacía reo de fantasías belicosas que en sueños me rondaba la imaginación, ya era tanta la obsesión por saber qué temor encerraba aquel “bendito espacio” que poco a poco fui procurando una idea para violentar aquel secreto y así develar lo que mi madre me ocultaba.

Muchas veces, con esos nervios de acero que no tengo pero que no sabía de donde me salían, llegué hasta la puerta de la habitación, dubitativo y frente al miedo a lo desconocido bajaba corriendo asustado y sonriendo por tal travesura:
- ¡Algún día lo lograré! -me decía orgulloso-.

A los doce años y algunos meses ya había tomado la resolución, recuerdo haberme inventado miles de estratagemas, descarté e ignoré unos, sufrí y valoré otros, hasta que por fin después de muchos intentos racionales lo decidí: entraría al cuarto prohibido así sea lo último que haga.

Recuerdo bien, lo planié todo dos semanas antes, aunque en verdad no había nada que planear pues sólo era cuestión de abrir la puerta y ver qué misterios encerraba ese lugar.

Siempre estaban presentes las palabras de mi madre en mi cabeza:
- ¡El día que entres a ese lugar te encontrarás contigo mismo y tendrás mucho miedo! -no sabía a qué se refería al decirlo pero ya estaba con la duda de saber porqué me decía semejante argumento-.

Un día que me sentí con las fuerzas suficientes de enfrentar ese temor, decidí que era el mejor momento para hacerlo. Me preparé muy bien para esa aventura, subí las gradas de a poco, sudando, respirando y tosiendo por los nervios, me paré en frente de aquella habitación, respiré hondo -a pesar de no sentir el aire- abrí la puerta y …………………………………..…….. de aquel lugar salía una luz indescriptible.

Ya con la puerta abierta y al no ver nada en el interior me quedé perplejo, preguntándome si a eso se refería mi madre con aquella prohibición, entonces sucedió algo extraño, vi muchas personas pasar, objetos que no había visto antes, animales extraños-grotescos y uno que otro ser abominable que ignoraba de su existencia; hasta que… a lo lejos divisé una silueta que creí conocer, se fue acercando y la reconocí: era mi madre que se apresuraba en mi procura, no podía creer que mi madre estuviera ahí, no lo podía creer y ello me generaba temor. Se fue acercando raudamente esquivando seres nunca antes visto, mientras lo hacía yo cerraba los ojos imaginando que uno de éstos le harían daño, mientras tanto la miraba boquiabierto, asustado, sin entender nada… ya a mi lado, me tomó fuertemente de la mano clavándome sus ojos vehementes y me dijo:

- ¡Hasta que por fin decidiste conocer la calle hijo, ven vamos a caminar!



-Fin-

miércoles, 7 de octubre de 2009

RADIOGRAFÍA

© Ronald Castillo Florián

En el año 1979 nació un tipo medio gordillo que nadie tomaba en cuenta, pasó el tiempo y en su niñez seguía sufriendo de falta de atención. Ya en la adolescencia, aquel problema era parte de su vida y sabía que siempre sería así, por ello en su juventud, adultez y ancianidad el no ser tomado en cuenta no le sorprendía.

Ahora está a punto de morir y toda la atención del mundo está centrada en él, ¿por qué?
... porque al morir dejaría su espacio para alguien más.

miércoles, 24 de junio de 2009

COME HOMBRES

© Ronald Castillo Florián


Desde que llegó al pueblo siempre fue la envidia de las mujeres. No había ninguna fémina que la mirara con desdén y resentimiento. No faltaron las criticas, las habladurías y el raje asqueroso, pues ya había pasado por boca de todas que la “nueva” era una tremenda puta.

El rumor comenzó a los tres meses después de su llegada, para los hombres era imposible no verla, siempre vestía faldas muy cortas, polos ajustados a punto de reventar que imposibilitaba no voltear la vista que sumado a sus caderas prominentes era la delicia y tentación de los hombres. Por eso entre las damas del lugar comenzó a circular que ella se había acostado con casi todos los hombres del pueblo y lo peor de todo es que los deja tan satisfechos que éstos no quieren nada con nosotras, tremenda perra que sabe tirarse a los hombres, dijo una vez Gloria en su típica tertulia vecinal.

Todas vivían al pendiente de ella, nadie le dirigía la palabra: es una calzón flojo, una poto caliente, una aventurera... pero eso le importaba un comino porque al fin de cuentas ella no vivía de esas señoras . Algunos hombres que escucharon el rumor quisieron sacar provecho de la calumnia, tocaron varias veces su puerta solicitándole su servicio siendo correspondidos con sendos baldazos de agua que los enfriaba de inmediato de la calentura. A lo mejor –se dijo una vez mirándose al espejo- yo tengo la culpa por vestirme así.

Ya no le importaba lo que dijeran todas, ella estaba segura de su vida, de su actuar y ninguna vieja chancletuda le haría sentir mal.

Una noche, en casa de Camucha, se reunieron la más respetadas señoras de lugar; dirigía la reunión Gloria, dueña de la tienda del barrio, excelente en saber e informar la vida de los otros y la más empeñada en botarla, Marina, amiga íntima de Gloría y Camucha que hacía de propagadora de los chismes aumentando a su gusto cada informe: tú deberías escribir una novela le dijeron muchas veces sus amigas, deberías escribir porque hablas cada huevadaaaaaa... y se mataban de la risa. En la reunión discutieron sobre moral, buen comportamiento y vida virtuosa, todas estaban convencidas de que la puta debía ser botada, ignorada y si es posible quemada por su vida de pecado. A manera de pacto ético decidieron perseguirla, y encontrarla infraganti y una ves con las manos en la masa o en sus maridos denunciarla públicamente, llenarla de vergüenza, cagarla, embarrarla en su misma mierda y luego arrojarla como basura al río. Todas fueron conminadas por Gloria a cumplir el objetivo: BOTAR A ESA PERRA DEL LUGAR.

Todas fiel a su mandato hicieron denodados intentos en pescarla haciendo sus cochinadas, pero ninguna tenía suerte, a una semana de perseguirla, cada una llegaba a la tienda a dar su informe: ¿y? –preguntaba Gloria- ¿pescaste a la puta esa?; nada, no he visto nada decían; es que la zorra sabe hacer sus cochinadas, y creo que lo hace con mi marido porque ese pendejo ya ni me toca.

Pasó un mes y nadie la descubría, ni Gloria que había mandado a sus más expertos chacales para seducirla y tirarsela, pero no... no caía en las redes de la moral.

Todas las señoras estaban convencidas de que ella era una puta, puta por todos los costados, puta desde nacimiento, puta hasta la muerte, una puta puta y reputa que no alcanzaba tiempo de condenarla.

A Gloria le hervía la sangre, le quemaba los ojos, le dolía la cabeza, vivía desesperada, y peor aún le entraba una colerina atroz cuando ella pasaba por su tienda, toda bella, con un jeans que le dibujaba toda la silueta, un polo de tentación, con una sonrisa que brillaba como el sol; zorra desgraciada, seguro te vas a reunir con tus amantes, se decía con tanta furia que terminaba sangrándose los labios de tanto mordérselo.

Las doñas volvieron a reunirse, esta vez para elaborar otro plan, porque el anterior no daba resultado, la primera pregunta era: y cómo están sus maridos, como han estado en estos días y ellas decían sin problemas, que todas habían sido cumplidas en el lecho y Gloria se quedaba extrañada, cavilando respuesta, hasta que dio con la suya: Lo que pasa, es que esa calzón flojo está con mi marido, porque él llega todos los días y ni siquiera me toca. Entonces Marina pidió la palabra: y que tal si seguimos a tu marido, a lo mejor, tienen un lugar secreto y derrepente es él quien nos lleva a su escondite. Gloria se quedó pensando en la proposición y no le pareció mal y la aceptó, pero antes: recuerden chicas, que mi marido no tiene la culpa de nada, es esa ramera que lo engatusa, cuando los descubramos, atrapemos a ella y liberemos a mi pobre esposo de sus garras, porque lo que le pasa a él le puede pasar a sus esposos...

Así quedaron, ya no la perseguían, y comenzaron a espiar al marido de Gloria, pasaron tres días y ni señales de infidelidad, hasta que un tarde, éste le dijo que iría a reunirse con un compañero de escuela, un viejo amigo que no veía años y que venía a proponerle un nuevo trabajo, ella no mostró molestia alguna y sin increparle con las preguntas de siempre le dijo que estaba bien, que no se preocupe, que vaya nomás. Él salió sorprendido por la parsimonia de su mujer, pero no le importo, a lo mejor ya se volvió loca esta cojuda se dijo. Ni bien salió de su casa Gloria llamó a Marina y a Camucha para que lo siguieran, cada una en un punto estratégico, la consigna fue, cuando sepamos que están los dos juntos dejar a Gloria el play de honor en denunciarla ya que era ella la agraviada.

Efectivamente, el esposo de Gloria se dirigió a un viejo hostal afuera de la ciudad, parecía que ya lo conocían porque el dueño lo saludó con amabilidad y le permitió pasar sin más ni más. Ellas llegaron al lugar, amenazaron al dueño y le arrebataron la llave del cuarto. Gloria, furibunda, subió hasta el cuarto donde estaban los amantes, pero ella solo quería sacarle los ojos a esa maldita puta por come hombres. Llegaron las tres a la habitación, Gloria introdujo la llave muy despacio, y sigilosamente abrieron la puerta. El cuadro era insólito, aterrador, asqueroso, para morirse, no lo podían creer, las demás vecinas se horrorizaron tanto que salieron despavoridas. Gloria no sabía qué hacer, no sabía qué decir, no sabía si morirse ahí mismo y morirse después, entonces cerró la puerta despacio y se fue del lugar.

Afuera, estaban sus amigas en su típico arrebato de chisme, cuando vieron salir a Gloria se callaron y esperaron que fuera ella quien dijese algo, pero nada, en todo el camino estuvo callada, en silencio total, pensativa, hasta que Camucha fiel a su estilo preguntó: ¿Gloria tu marido es maricón?, no sé Camucha no lo sé –dijo ella desorientada – lo único que sé es que otro hombre se lo estaba comiendo, y no sé si eso es ser maricón, pero vamos rápido que a lo mejor la puta se esta comiendo a uno de sus esposos.


- fin -

jueves, 4 de junio de 2009

IN MEMORIAN DE ERICKA

"Este cuento fue galardonado como finalista en el certamen literario Hellin-in-film del ayuntamiento de Hellin - España, 2008"

© Ronald Castillo Florián


Estuve tendido todo el día en la cama. El recuerdo de Ericka no me quería abandonar, mi cerebro estaba lleno de sus encantos, gestos y malas actitudes. Todo el ambiente me sabía a ella, mi paladar parecía reclamármela. Mi vida se centraba en ella. Ese día estuve así, como un paria en mi cama, alucinando momentos gratos que nunca viví, imaginando que ella estaba a mi lado. Lo confieso, no pude evitar masturbarme con su imagen.

Conocí a Ericka una tarde al salir del cine, ese día estrenaban una película de terror “quién se come a la muerte” fue salvaje y animalesca, mounstros saliendo de la nada y descerebrando a cuanta persona se le atraviese. A la salida, entre apretones de emoción y miedo, se me cruzó Ericka, un ángel salido de un cuento, una diosa primaveral que el mundo no conocía, una reina que se encargó de gobernar mi vida.

Nunca supe cómo, pero aparecí dialogando con ella y coordinando un próximo encuentro, recuerdo que para esa ocasión estrené ropa nueva. Desde el primer momento que dialogué con ella, parecía que nos conocíamos desde antes, mejor dicho parecía que ella me conocía desde antes, eso me sorprendía al tiempo que me dejaba emocionado: una hermosa diosa que me conoce, sin duda ella es para mí, me dije muchas veces.

Era verdad, Ericka sabía de mis debilidades y miedos, de mi personalidad y mi afecto, no había secretos con ella, porque simplemente ella era mi dueña. Lo curioso de nuestra relación es que nunca estuve con Ericka, ella sabía más de mí que yo mismo, pero nunca fuimos enamorados, yo entendía que la relación entre ambos era de maestra-discípulo y que un discípulo jamás se mete con la maestra, aunque en el fondo, en mi secreto, estaba enamorado de ella, y eso, ella también lo sabía.

Ericka me hablaba de cosas que nunca entendí, de secretos en la noche, de realidades paralelas, de seres incorpóreos que se hacen realidad con el simple contacto, yo poco a poco me fui convenciendo que todo eso era verdad. Una tarde, después de mi entrenamiento y con miles de argumentos lógicos me pidió un cerebro humano, yo por supuesto asombrado le dije que eso no podía tener, ¿un cerebro humano? le dije, eso no se puede; ella me miro desconcertada, abrió el ojo izquierdo, se tomó el cabello y me dijo: sí se puede, claro que sí se puede. Entonces me tomó de la mano y me llevó a la calle. En el trayecto de no sé a donde me explicó que yo no hiciera nada, que cuando ella me lo indique recién actuaría, me pareció extraño su pedido pero gustoso accedí, ya que a una maestra no se le cuestiona su saber.
Ciertamente, esa noche, estuve oculto entre unos matorrales, esperando la famosa señal, de lejos observaba a Ericka y me resultaba mucho más hermosa que de costumbre, ese pantalón jeans color negro que le ceñía su hermoso cuerpo, acompañado de su blusa roja me dejaban tan excitado que no pude evitar una erección. Estuve ahí unos minutos, Ericka hablaba con alguien por el celular, cuando colgó, volteo donde yo estaba y con la mano me dijo que esperara.

Un tipo se apareció entonces, ella lo abrazó y lo empezó a besar, le dijo algo que no logré entender qué era, y comenzaron a caminar con dirección al bosque, ella me hizo unas señas para que la siguiese y yo como perrito fiel estuve detrás de ellos. Cuando llegué al lugar, Ericka y el tipo estaban tendidos en el pasto, el tenía los ojos cerrados y suspiraba de emoción, ella le estaba haciendo una felatio, me quedé sorprendido por la escena, fue entonces que ella con la mirada me señalo una roca, y me pidió acercarme, entonces lo entendí, tenía que golpear al tipo ese. Confieso que no dudé en hacerlo, ya que los celos y la cólera me invadían, fui corriendo y de un certero golpe, maté al sujeto. Ericka se levantó, se limpio la boca me dio un beso y me dijo: muy bien, así se hace, ya vez que sí se puede; volvió a sacar el celular, logré escuchar que le decía a alguien: ya tengo otro, apúrate que no tengo mucho tiempo, y ya sabes lo que me toca. Al colgar me tomó de las manos y me llevó a su casa. En el camino le dije que por qué hicimos eso, por diversión me dijo; ¿por diversión?, le increpé, sí por diversión me volvió a decir, pero si yo no me divertí, pero yo sí me contestó. Bueno, no te amaricones y lo que hicimos hecho está, y vamos que estoy esperando algo.

Estuvimos en su casa alrededor de diez minutos, ella me sirvió una copa vino, un vino muy dulce que casi me hace vomitar. Cuando de pronto tocaron el timbre, serían como las doce de la noche, era un sujeto gordo, alto, pelado y de voz aguarrientosa. Ericka lo saludó como si lo conociera de siempre y éste le entregó un paquete, yo solo observaba y el sujeto me quedó mirando, Ericka le dijo algo que no entendí y él se retiró. Ella me llevó a su habitación, yo subía en silencio pues no entendía aún que sucedería, entramos a su cuarto, encendió su lámpara y una luz roja invadió el ambiente, tomó una tela roja, la puso en medio de la cama y me pidió que me sentara con ella. Luego sacó el paquete lo abrió y ahí estaba lo que me había pedido, un cerebro fresco de humano, me dio asco, me dio miedo, no sabía qué hacer, Ericka entendió mi pavor, me tomó de la mano diciéndome no temas tonto, no temas. Estuve en silencio contemplando aquel cerebro fresco, estaba ahí, y antes estuvo en el tipo que maté, de pronto Ericka sacó una vela negra, la encendió al tiempo que recitaba unos versos que no entendía, colocó la vela en medio del cerebro y luego me pidió mi mano, tembloroso se lo di y ella en un acto certero me cortó el dedo, empecé a sangrar, no entendía qué pasaba, derramó mi sangre en el cerebro, volvió a prorrumpir palabras que no entendía y después de un silencio la vela se apagó, miré la ventana y ésta estaba cerrada, aquel espectáculo me causó mucho miedo, ella nuevamente me tomó de la mano y me volvió a decir que no tuviera miedo, luego chupó mi dedo herido y me dijo: ahora sí, ahora sí ya eres mío.

Estuve con Ericka unos tres años, tiempo de experiencias terribles y agradables, cometí miles de asesinatos, y en cada ocasión era un pedido diferente. Ya me había acostumbrado a hacer lo que hacía, no me inmutaba a la hora de actuar e incluso muchas veces lo hice solo, sin ayuda de ella, pero siempre el tipo gordo de voz aguarrientosa se encargaba de llevar el pedido de Ericka, yo solo mataba.

Una vez, decidí actuar por mi cuenta, saber qué es lo que experimentaba Ericka con esa experiencia, así que salí en busca de una víctima pero no pude hallarla. Quería matar a una mujer, pero con cada una que me cruzaba me parecían que no merecían tal suerte, entonces llamé a Ericka.

Ella llegó a la cita, fue en el mismo lugar donde maté por primera vez, ella estaba parada frente a mí y me hizo recordar aquel día. Conversamos miles de cosas que no recuerdo, el tiempo pasaba rápido y ya era hora de irnos, entonces como despedida la abracé fuertemente, ella no se extrañó porque estaba acostumbrada a mis repentinas muestras de cariño, disimuladamente saqué un cuchillo y la apuñalé, fue un golpe certero al pulmón, ella se desplomó, la tomé en mis brazos y le pedí perdón. No tuvo tiempo para decirme nada, porque la muerte se la llevó inmediatamente. Llevé su cuerpo a mi casa, la despedacé, guardé sus resto en mi refrigerador y de a pocos me la fui comiendo, guardando el corazón para el final.

Ahora, tendido en mi cama, recordando a Ericka y evocando su dulce sabor, me he dado cuenta que no puedo vivir sin ella, lo peor de todo es que ya se me está terminando, así que he decidido gozarla hoy por última vez, disfrutando su corazón y homenajearla en estas líneas porque mañana tendré que buscar su reemplazo.



- Fin-