jueves, 2 de octubre de 2008

EL COPISTA

© Ronald Castillo Florián

Esta profesión que humildemente desempeño es trágica y placentera. Digo trágica porque existe ¡cada caso!, textos ilegibles, dibujos de baja tonalidad, hojas en colapso, etc; y placentera porque me gusta ver el rostro alegre y complacido de la gente cuando su encomienda ha sido llevada a buen recaudo.

No soy un tipo adulador conmigo mismo, pero debo reconocer que hago bien este servicio. Confieso que el ser copista no es mi pasión primera, pero aprendí este oficio por necesidad ya que algo productivo debía de hacer mientras, sentadito esperaba qué hacer.

Trabajo solo, aprendí solo y me desenvuelvo solo, soy autodidacta en este trabajo, virtud que me enorgullece ya que muchos por lo menos necesitaron de manuales para poder descubrir los secretos y la gloria del oficio.

Ser copista tal vez para muchos sea algo mínimo, pero para mí que codo a codo, sudor a sudor batallo con la fotocopiadora para quitarle su se secreto me hace un campeón en el desenvolvimiento diario de este oficio. Ser copista no solo equivale a cobrar 10 céntimos la copias sino, abrir bandeja, cambiar toner (ensuciarse) y esperar que un cliente se aventure en este mundo.

lunes, 12 de mayo de 2008

VISITA INESPERADA

© Ronald Castillo Florián


- ¡Hola!
- Esteee… hola
- ¿Qué tal?
- Aquí
- ¿Qué pasa, te sientes bien?
- Sí… sino que…
- ¿Qué cosa?
- Bueno es que yo…
- ¿Tú qué?
- Yo no sí deba…
- ¿Quéééé?
- Deba decirte…
- ¿Decir qué?
- Es que, te acabas de morir .

miércoles, 30 de abril de 2008

COLOQUIO


©Ronald Castillo Florián


- ¡¿Porqué llegas recién?!
- Se demoro el bus
- ¡Sí, y ayer ayudaste a una abuela cruzar la calle!
- Es que…
- ¡Mañana será que viste un ovni...!
- Lo que pasa es…
- Y pasado que te secuestraron…
- Pero violeta, la verdad…
- Mira Carlos, ya me tienes harta con tu manía de llegar tarde a todas nuestras citas
- Pero no es porque yo quiero
- ¡Entonces!
- Siempre me pasa cosas inusuales
- Sí, como la semana pasada que te dormiste en el bus
- Eso fue verdad…
- Y te despertaste en el paradero final porque te pasaron la voz
- Es que estaba muy cansado…
- ¡¿Cansado de qué?! …bueno, cambiemos de tema
- Sí es mejor
- Trajiste lo que me prometiste
- Bueno…
- Bueno qué
- Es que yo…
- ¡¿Yo qué?... Lo trajiste o no lo trajiste
- Bueno… sí lo traje pero…
- Que pero ni que nada, ¡dámelo!
- No puedo
- ¡¿No puedes o no quieres?!
- No, no puedo
- ¡¿Por qué no puedes?!
- Me da vergüenza
- ¡Vergüenza!… no seas cholo y dame lo que me prometiste
- ¡Violeta no seas mala!
- No soy mala, ejerzo mi derecho
- No estoy seguro si deba…
- Me lo tienes que dar sí o sí, me lo prometiste
- Ok, ok… toma, pero confieso que me da…
- No te da nada tonto, ¡dámelo!
- ……………………………………………………
- ¿Qué pasa, te pones rojo?
- Ya te dije la vergüenza
- ………………………………………………….…
- ¿No te gustó?
- Sí, pero…
- ¿Qué?
- Es que escribes medio raro
- ¿Raro?
- Sí raro, raro
- ¿Cómo raro?
- ¡Raro pues, raro, o no sabes que es raro!
- Sí lo sé… pero a qué te refier…
- Aquí escribes como si fueras un loco
- De eso se trata el escribir, de ser loco
- Tal vez... pero por qué dices aquí…
- ¡No lo leas, no lo leas…!
- Es que es raro lo que escribes
- Sí, pero no me lo leas… me avergüenzo
- ¿Pero, porqué…?
- No sé… me pasa siempre
- Pero…
- ……………….
- Sabes mejor dejémoslo ahí
- Sí mejor
- ¿A donde vamos ahora Carlos?
- No lo sé, ¿qué has pensado?
- ¿Cuánto tienes?
- Con la justa mi pasaje de regreso y tú
- Mi pasaje y un sol más
- ……………………………………………………
- ¡Vamos a comer helado entonces!
- Pero solo tenemos un sol
- ¡Sí, compraremos un helado para los dos y nos sentamos en la escalera de la catedral!
- ¿Pero solo un helado?…
- ¡Sí y los dos comeremos juntos, un rato cada uno!
- Pero la gente…
- La gente mangos Carlos… además si nos miran no pensaran que estamos misivos
- ¿Sino…?
- ¡Que somos románticos!
- Jajaja… bien, vamos
- ¿Ah?
- ¿Qué cosa?
- ¡Sigue escribiendo esas locuras!
- Pero tú dijiste que…
- No importa lo que dije... a pesar de todo me gusta que digas que te quieres comer mi corazón.

jueves, 24 de abril de 2008

ENTREVISTA AL GANADOR DEL CONCURSO DEL DIA DEL LIBRO IWITH.ORG

Hemos utilizado internet para conocer un poco más sobre Ronald Castillo Florián, el ganador de nuestro concurso de Libros 2008. El autor tiene ya experiencia en el uso de internet para difundir su obra y de hecho posee un blog que actualiza a diario.

Ronald Castillo Florián nació en Cañete-Lima, Perú, hace 29 años. Estudió Literatura en la universidad San Luis Gonzaga de Ica, Filosofía en ISET Juan XXIII y Teología en STUDIUM THEOLOGICUM en Brasil. Actualmente cursa estudios de Maestría en la UNE Enrique Guzmán y Valle en la mención "Didáctica de la comunicación".

Además del Príncipe Esquivo, tiene el poemario inédito “Demiurgo en agonía”; dos novelas y varios cuentos. Castillo es además editor con el poeta Leoncio Luque de la revista editada en papel y virtualmente, Trombosis Literaria. El Príncipe Esquivo fue publicado también en Casa Barbieri Editores 2007; al igual que su obra NO-SER, en Ediciones Gael 2008.

Toda esta labor académica y literaria además la ha ve complementada con las publicaciones en su blogg: http://www.sucuboescritor.blogspot.com/

-¿Cuéntanos de tu impresión al saber que habías ganado el Certamen Iwith.org?
El ser reconocido en un certamen es altamente valioso y gratificante. Sobre todo cuando éste ha sido decidido por lectores libres que deciden qué y cuándo leer.

- ¿Cómo se te ocurrió enviar un libro a nuestro evento?
Siempre visito las diferentes páginas web referentes a la literatura, y es donde conocí del certamen y sin dudarlo decidí enviar confiando en la sinceridad y transparencia del mismo.

-¿cuándo escribiste El Príncipe Esquivo y en qué te inspiraste?
Este libro fue gestado en dos etapas, una parte o el “borrador” en Brasil y su “retoque” o culminación en Perú. La inspiración nació a raíz de un comentario que escuché sobre las almas gemelas, y me pregunté qué pasaría si estas personas destinadas a estar juntas nacen en tiempos y épocas diferentes. Fue gracias a esta inquietud que comencé a escribir “Príncipe Esquivo”

- ¿has escrito otros libros?
He publicado otro libro titulado: NO-SER (Ediciones Gael 2008) Publico quincenalmente en mi blog:
http://www.sucuboescritor.blogspot.com/

-¿Descargaste algún otro libro de nuestro certamen?
Sí, leí cuatro obras del certamen, sobre todo –y es lo que pasa a cada lector- me dejé llevar por el título y la síntesis de cada obra.

- ¿Qué sabes de las nuevas tecnologías y de lo que llamamos brecha digital?
Brecha digital es un término relativamente nuevo, aunque separando las palabras puede esgrimirse un concepto. Me parece importante salvar esta brecha que existe en el mundo, acortar distancias, acceder a la noticia, conocer lo que sucede en el mundo gracias al Internet.

-¿Qué opinión te merece la iniciativa del Concurso?
En Perú los libros cuestan mucho por lo tanto son de difícil acceso, el Internet se ha convertido en un instrumento de interrelación escritor-lector y este concurso permite que muchas obras no se pierdan en el olvido.

24/04/2008
Erika Olavarria wittwer

miércoles, 23 de abril de 2008

"PRINCIPE ESQUIVO"GANADOR DEL PREMIO IWITH.ORG DÍA DEL LIBRO

El Poemario obra de Ronald Franklin Castillo Florian, de Perú ha sido el libro más descargado en este certamen 2008. Hasta las 12 horas de este 22 de abril más de dos mil clicks intentaron acceder a alguna de las 23 obras colgadas en nuestra web. Agradecemos a los autores nuevamente por su confianza y generosidad, y a los lectores por creer en la iniciativa.
Hoy celebramos el día Internacional el Libro; en Catalunya, la Diada de Sant Jordi, y en Iwith.org anunciamos al ganador de nuestro concurso en homenaje al libro.

El Príncipe Esquivo, un poemario digno de ser escenificado, donde los personajes se cruzan como fantasma en los lectores se ha hecho acreedor del Premio al libro más descargado en esta segunda edición del certamen. Se trata de una obra que intenta romper el drama existencial de dos seres separados por el destino y que a través del mismo se esperan.

Una gran cantidad de libros llegaron respondiendo a la convocatoria. De ellos, 23 fueron seleccionados para ser publicados en nuestra web. Desde principios de mes y hasta hoy más de 2 mil personas han hecho click para descargarse alguna de estas obras.

Agradecemos a los escritores por apoyar esta iniciativa que subtitulamos como "Libros para superar la brecha digital". Y también agradecemos a los lectores que han aceptado el desafío de obtener su material de lectura desde una pantalla de ordenador.

Las obras del certamen permanecerán en nuestra web para vuestras descargas. Así que ¡ponte las pilas, que aún tienes tiempo para leer!


22/04/2008
Erika Olavarria wittwer

lunes, 24 de marzo de 2008

TEST


© Ronald Castillo Florián


Prometí odiarla para siempre. Nunca imaginé que me haría tal cosa, fue tan humillante que hasta ahora no me repongo de aquella afrenta. Siempre viví enamorado de Diana, es la criatura más hermosa/diabólica de este mundo. Me la presentó un amigo de la universidad y tanto amor no podía ni sabía como contener y al parecer ella no me era indiferente.

Un día la invité al cine y en el trayecto le enarbolé estratagemas para cambiar el rumbo, ella extrañada finalmente aceptó ir a la playa para ver el ocaso. Buscamos el lugar idóneo, caminamos, reímos, gritamos, hasta que el lugar soñado apareció a nuestra vista. El clima era cálido, soplaba una brisa fresca, el mar entonaba su mejor melodía, todo confabulaba para mi gran declaración.

Cuando quise abrirle mi corazón, ella me dijo:
- Un momento Junior Pandolfi, ya sé lo que me quieres decir.
- ¿Sí? ya lo sabes –le dije emocionado-
- ¡Sí!, siempre lo supe.
- Ay Diana –dibujándole mi rostro enamorado- yo tengo tanto…
- No lo digas, antes quiero que hagas una cosa.
- ¡Claro! claro que sí, por ti todo –le dije emocionado-

Entonces sacó de su bolso lápiz y papel, me lo dio diciéndome:
- Dibuja una persona y escribe debajo en pocas líneas la historia de ese personaje… ¡ah! y no preguntes nada.

Me pareció extraña esa petición, pero con tal de tenerla a mi lado lo hice. Dibujé un hombre en mitad de la hoja, y en la otra mitad escribí el siguiente texto: Este hombre no vive si no tiene tu amor. No es él si no le das su identidad. Este hombre solo sabe respirar el aliento de tu boca. Este hombre tendrá vida si tú lo dejas vivir.


Al entregarle la hoja, ella se quedó contemplándolo, lo miraba tanto que yo imaginaba que no necesitaría hablar más. Después de su meditación me miró, sonrió apenada y me dijo:

- Psicológicamente no estás capacitado para estar conmigo. No te apruebo. Busca otro lugar donde postular.

Nunca supe que había visto en el dibujo, pero desde ese día, cuando me presento a un trabajo y me piden que dibuje a un ser humano, salgo corriendo por el temor de ser rechazado una vez más.


-FIN-

viernes, 7 de marzo de 2008

EL ESCRITOR

© Ronald Castillo Florián
Rocío:

Antes de salir a nuestra cita me llamaron por teléfono, no sé quien era, pero una voz tétrica me informaba de tus aventuras nocturnas donde yo no participaba. Tal vez resulte extraño que alguien sin nombre se atreva a describirte como si te conociera. Aquella voz solo hablaba y hablaba y no preguntaba nada sabiendo que yo le prestaba atención y la verdad en ningún momento se me ocurrió colgarle.
Sé que no soy nadie para juzgarte ni reprocharte nada, siempre haz vivido alejada de mí, y cuando nos encontramos es solo para comentarte de las clases que tuvimos en la universidad o para darte mis tareas. Hoy no es la excepción, tengo la obligación, y lo digo así sin más ni más, de entregarte el trabajo final que presentaremos mañana. No sé por qué aquel sujeto me llamó para informarme de tus amantes y de tus encaprichadas formas de hacer el amor. Rocío, no me tomes a mal, a pesar de solo ser tu juguete cognitivo, aquellas palabras me han herido profundamente, he sentido el corazón desgarrado pues siempre pensé que eras una muchacha triste, medio bohemia, pero amante de la soledad como yo. Hoy, y el tipo fue tan detallista, he confirmado lo que muchos me dijeron, solo me usas para tu conveniencia y eso no me parece justo. Aquella voz después de informarme todo con lujos de detalle me dijo: “ahora mierda no vayas a llorar” como sabiendo de mi facilidad para el llanto. Pues, fíjate Rocío que no he llorado solo me he tirado de los cabellos alucinando todo lo que me han comentado.

Te envío el trabajo terminado con mi hermano. Yo me he quedado aquí escribiendo una novela con tu nombre y unos versos con tu cuerpo, no tengo más que hacer… solo enarbolarte más alto porque aún existes en mi imaginación. Amén.

jueves, 21 de febrero de 2008

ESPECTRO

©Ronald Castillo Florián

Nunca había visto algo igual, en toda mi vida juro que nunca vi algo parecido. Esa noche me quedé tan sorprendido con aquella imagen que desde ese momento no dejo de rezar antes de dormir. Fue algo extraordinario, fuera de lo común. Siempre regreso de trabajar a las ocho de la noche, hora habitual donde todo el mundo se dirige a su casa para descansar. Ese día tuve la mala suerte de salir media hora tarde, salí hecho una furia porque debía de sacar unas copias y la maldita maquina se había trabado.

No sé porque pero ese día todos salieron temprano, nadie se quedó en la empresa, cosa rara pues siempre había alguien que se quedaba. El lugar estaba invadido por un silencio sepulcral, la ausencia de personas y el sonido del silencio me escarapelaban el cuerpo, esa misma sensación lo había sentido solo una vez cuando era niño y había ido a visitar a mi abuelo que se había convertido en un tipo solitario a raíz de la muerte de mi abuela, le gustaba estar casi a oscuras, solamente alumbrado por una mísera lámpara que más parecía una vela.

Recuerdo que al ingresar a su casa un aire pétreo estaba en el ambiente. Encontré a mi abuelo sentado en su sillón de lectura, lo saludé pero no me contestó, entonces recordé que cuando él leía se concentraba tanto que tenía que gritársele para que despierte. Fui directamente a su lado, estaba leyendo a Edgar Poe: entierro prematuro. Me quedé contemplando al viejo, su imagen adusta y senil me inspiraban compasión. Me dio pena al notar que mi abuelo ya no leía, que sólo cogía el libro y fingía disfrutarlo, retiré el libro de sus manos diciéndole: yo te leo el cuento abuelito, pero no me contestó, aunque en su silencio me dijo que sí, que le leyera el cuento, que él escucharía todo, que lo disfrutaría como en su tiempo de juventud donde devoraba libros sin compasión, sí léeme no solo ese cuento, léeme todos los cuentos del mundo parecía decirme, y entonces empecé la lectura. Tuve que hacer mucho esfuerzo para leer, ya que la luz tenue me lo imposibilitaba. Aquel cuento a medida que iba avanzando me inspiraba miedo, me imaginaba el suceso y un frió necrófico se me apoderaba. Al terminar la lectura, cerré el libro, y le pregunté si quería que le siga leyendo, pero no me contestó, entonces, lo abracé y me di cuenta que estaba helado, me acerqué a su rostro y noté que sus ojos estaban abiertos e inmóviles, el viejo se había muerto y yo ni cuenta me había dado. Lo demás es historia sabida. Aquella anécdota solo lo narré una vez pues me daba miedo el imaginar que había dialogado con un cadáver. Pero esa noche, al salir del trabajo esa misma sensación estaba en mí. Por eso caminaba raudo y parecía que el camino no tenía fin.

Respiré casi tranquilo cuando divisé la puerta de salida, metí mis manos al bolsillo y las malditas llaves no estaban, recordé que por la rapidez las había olvidado, teniendo que regresar nuevamente a mi oficina. No quería hacerlo ni mucho menos darme media vuelta, sentía que si lo hacía me moriría en ese instante. No tenía otra alternativa, pues la hora avanzaba y el pánico se apoderaba cada vez de mí. Me persigné devotamente, di media vuelta, todo estaba oscuro y de pronto ahí estaba ELLO trayendo las llaves, se fue acercando poco a poco, y las dejó en el suelo, no sabía si recogerlo, no sabía qué hacer, el miedo me había dejado mudo.

Conforme se acercó, se alejó, parecía que solo me había traído las llaves, pero el mutismo, y la inmovilidad no se me quitaba, a pesar de la oscuridad del lugar logré verlo, cuando desapareció, recordé nuevamente a mi abuelo, lo recordé aunque no sabía si era él u otro ente, lo recordé y le prometí que lo visitaría en el cementerio, que no sería mal nieto, que rezaría todas las noches, pero que por favor no me asuste nunca más.
-FIN-

jueves, 14 de febrero de 2008

HIJO

© Ronald Castillo Florián

Gael
criaturita de Dios
amor sin límite
vida hecha vida
realización de un cariño

Gael
mis momentos ya no son míos
ni mi tiempo será mi tiempo
ni mi suspiro mi suspiro
a partir de ahora
mi vida se centra en tu vida
en tu llanto en tu risa
en tus esperanzas en tus sueños
todo mi sendero ya no es sendero si no estás conmigo
todo lo que tengo ya no es mío
nada tengo ahora
y lo tengo todo contigo

Gael
mil veces siempre será mi vida la tuya
y me consagro desde ahora a nuestro tiempo
al tiempo que viviremos juntos
hasta que te deje de acompañar
pero a pesar de eso
siempre estaré contigo
y tú vas a estar conmigo
porque yo soy tú
tú eres yo
y nosotros siempre estaremos así

Gael Hijo
tú eres mi H I J O

lunes, 11 de febrero de 2008

CONVERSIÓN


©Ronald Castillo Florián


Esa día desperté como nunca antes, a las 5 de la mañana, hora extraña e inexacta para mi acostumbrado despertar diario. Suelo ser un tipo dormilón que se acuesta a muy altas horas de la noche y consecuentemente se levanta tarde. Pero ese día fue algo insólito que ni yo me lo creía al punto de pensar que estaba soñando. Lo cierto era que no tenía sueño y sentía unas ganas enormes de tomar un libro y quemarlo, pero no sabía cuál ni por qué.

Aquella sensación pirómana lo tenía tan a flor de piel que me tenía tembloroso en mi cama, no quería levantarme porque quería dormir, y jamás en la vida se me había cruzado en la mente quemar un libro, por más malo que sea, por más vil, por más hereje un libro no merece ser quemado sino más bien sus autores –analógicamente hablando- por eso aquella sensación estúpida de levantarme y prender fuego un libro me tenía asombrado que me resistía a tal evento demoníaco.

Me sentía intranquilo, ansioso, me agarraba fuerte del colchón, daba vueltas y dentro de mí me repetía ¡jamás lo haré, no lo haré! Pero esa fuerza inefable cada vez se atenuaba que no sabía si llegaría a resistir. Como en toda lucha siempre hay un perdedor, no pude más y decidí rendirme, me levanté de un brinco, me puse un polo y me dije: ok, iré a quemar el libro. Descendí las escaleras de mi cuarto, aquella fuerza extraña me conducía, y en vez de llevarme a la pequeña biblioteca de mi casa me llevó a la cocina, me hizo tomar un fósforo y me condujo nuevamente a mi cuarto. Qué extraño me dije, por qué voy a mi cuarto, tal vez porque el libro está ahí me respondí, es increíble caminar guiado por algo sobrenatural pero yo me dejaba llevar para acabar de una vez con esa payasada.

Al llegar a mi cuarto me dirigí inmediatamente a mi escritorio, me senté y de la ruma de libros que tengo comencé a escoger el que tendría que morir. Buscaba y buscaba con tanta desesperación que me ponía nervioso, hasta que lo encontré, era un libro relativamente nuevo, poco leído, no famoso, color anaranjado, de poemas no muy logrados, un libro joven que la fuerza literaria –o qué sería- me obligaba a destruir.

Observé bien el libro y al reconocerlo me asusté mucho, aquel libro era mío, uno que había publicado recientemente y que no tuvo difusión, un libro escueto pero mi hijo al fin y al cabo y esa fuerza extraña me obligaba a prenderle fuego, antes de eso, sentí unas ganas enormes de volverlo a leer, lo coloqué encima del escritorio, lo contemplé silenciosamente, parecía dormir y mis manos hábilmente encendieron un fósforo dirigiéndolo a mi cabeza. Me asusté mucho pero esa fuerza tremenda me obligaba a quemarme, luché conmigo mismo y el fósforo parecía no agotarse.

No quise luchar más, me encendí la cabeza y mis pensamientos se fueron disgregando de a pocos, después de ese evento, he comenzado a escribir puro fuego, solamente fuego que ya no se apagarán jamás.

-FIN-

sábado, 9 de febrero de 2008

NADIE


©Ronald Castillo Florián

Sólo lo vi una vez en la vida, pero fue suficiente para no olvidarlo jamás. Él era enjuto, lacónico, animal, grasiento, grosero, enano, feo, y sobre todo un can humanizado que respondía al nombre de Nadie.

Fue una tarde de invierno más o menos a mediados del mes de noviembre que se cruzó en mi camino. Yo estaba en procura de algún restorante donde poder tomar una buena taza de café caliente para aplacar el frío demencial, y él, no sé que hacía por ahí. Yo llevaba en mis manos la obra completa de San Juan de la Cruz. Percibí que me observaba con su mirada de fuego, pero no le hice caso pues sabía que se trataba de un loco más, unos de tantos como yo.

Encontré un restaurante media hora después de vagabundear, me senté y pedí un café muy cargado y súper caliente. El mozo no demoró en traerlo y me preguntó si quería algo más, le dije que por el momento no, respuesta que le disgustó pues por un café no se deja propina. Con el café casi hirviendo a mi lado, disimuladamente saqué la pequeña botella de ron que siempre cargo y lo vertí en la taza caliente de manera discreta, celosa y cuidadosamente, para que nadie se dé cuenta. Una vez colocado aquel néctar (al menos para mí lo es) procedí a guardar mi botellita con el mismo celo con que lo había sacado. Perdí la visión del lugar por tres segundos, y cuando volví a mi realidad me di cuenta que aquel tipo estaba frente a mí, bien sentadote, mirándome emocionado y con un cigarro apestoso en la mano. Disimulando mi asombro le dije: “quién diablos eres”; él con su seriedad animalesca me dijo que era Nadie y que estaba ahí solo por una cosa. Yo rápidamente le dije que se estaba jodiendo porque no tenía plata, que perdía el tiempo.

No quiero nada de ti, me dijo seriamente. Entonces qué quieres, porque estás aquí, le respondí molesto. Aspiró con placer la última parte de su cigarro y luego, hábilmente, quitó el papel de la colilla y la comenzó a masticar como chicle. No pretendo nada de ti, me volvió a decir, no pretendo nada de nadie. Sólo estoy aquí por una cosa.

Yo seguía sin entender qué es lo que quería, miré a ambos lados, el mozo parecía no percatarse de aquel extraño, las demás personas hablaban y bebían tranquilos. Qué quieres le dije. Sólo quiero que me leas un poema de San Juan de la Cruz, sólo eso. Me sorprendí de aquella petición, me quedé mirándolo y pensando en cómo un “animal” podía conocer a tal insigne poeta; léeme un poema por favor, diciéndolo esta vez con una voz infantil y con un brillo en los ojos que deslumbraban emoción. Ante aquel pedido yo no podía hacer caso omiso, entonces abrí el libro al azar y salió el poema: “Un Pastorcito” Lo recité (leí) como si la conociera desde siempre y una vez terminada la lectura, bajé el libro lentamente, lo coloqué en la mesa y vi que aquel visitante inoportuno estaba mirando concentrado algún lugar inexistente, luego me miró fijamente, y me dijo:

- ¡Esa es mi historia, esa es mi historia!.
Se levantó despacio y se fue repitiendo esa frase. Me quedé sorprendido por aquel cuadro, cogí la taza de café:

- ¡Mierda se enfrió esta vaina, ese loco tiene la culpa!.

Me levanté molesto, y decidí irme del lugar, el mozo vino hacía mí pidiéndome que pagara el café, yo furiosamente le dije que no pagaría por algo frío y me fui echo una bestia sin saber por qué.

-FIN-

lunes, 21 de enero de 2008

¿___________?


© Ronald Castillo Florián

Hoy -no importa la fecha- pero hoy después de muchas hojas caídas y de tantos tropezones, me he decidido a escribir no sé qué cosa, pero a escribir algo que en el fondo calmará estos demonios que me perturban la existencia desde que tengo uso de razón, y eso hace mucho…

El letargo fue porque me detuve a leer sin descanso: manifiestos, pasquines, revistas, novelas, páginas web, hojas sueltas, etc en procura de ese no sé qué inspirador y así reflejar algunas líneas como ésta que nace sin tener una idea previa y que surge por el simple hecho de comunicar hasta lo que yo ignoro.

También fue imperativo las tantas mentiras que fui respirando el año pasado y que en cierto modo me exhortaban a claudicar de esta enfermad escribana, NUNCA PUBLICAR NADA porque las empresas editoriales de buen gusto ya tienen un estudio previo de mercado y saben qué producto registrar como bueno –¿será un filtro confiable?- por lo tanto un amante de la buena lectura y un neófito escriba como yo, solo debe remitirse a quedar relegado en la silla de espera que nunca avanza, anclarse junto a sus hijos, mirar al cielo, resignarse a ser perdedor y a seguirse mintiendo… ¡el mundo no es una joda!

Son tantas las trabas y las heces con las que se debe enfrentar un escritor que francamente seguir con esta idea es declararse padre de la locura.

Son tantas las opiniones y las malas voluntades que se derraman ante un escrito que hay que estar demasiado hipnotizado en nuestro buen quehacer para seguir levantando ese blasón alfabético que es al mismo tiempo nuestra vida y muerte.

Son tantas las lluvias inquisitivas de seudos críticos literarios que lo único que buscan es lisonjear a empedrados fanáticos que anquilosados a su pluma se hacen reflejar como eximios siendo simples sombras e imitaciones de autores consagrados.

En fin, son tantos los argumentos detonantes que se cruzan en nuestra vida que verdaderamente soñar en literatura ya no es una utopía sino un imposible.

Pregunta: ¿seguiré vivo?
Respuesta: respiraré hasta donde pueda.